Un estudio de Fundación “la Caixa” realizado por el Profesor titular de Tecnología Educativa en la FPCEE
Es innegable que debemos aprender a conducir dispositivos móviles, tanto las personas adultas como las más jóvenes. No sabemos. Nos cuesta mucho autorregularnos y buscar estrategias para controlar su uso, a pesar de que hay herramientas que nos lo ponen muy fácil. Las personas adultas —ya me perdonaréis— no tenemos conductas ejemplares con los dispositivos móviles. Y dejar que cada centro educativo lo lidere es quedarse corto.
Necesitamos un mínimo consenso general en torno a esta cuestión. Es de vital importancia en un contexto actual tan altamente digitalizado. Necesitamos un código de circulación claro de los dispositivos móviles en la escuela. Y apostar por un modelo que permita el uso del móvil y cualquier otro dispositivo conectado a internet con formación, concienciación y acompañamiento a niños, niñas y adolescentes para que sean capaces de desarrollar los conocimientos, las habilidades y las actitudes (competencias digitales) necesarias para detectar y prevenir los riesgos, teniendo en cuenta, en cada etapa educativa, aquello que les corresponde. Prohibir el uso de dispositivos no aborda los desafíos reales que enfrentan los y las estudiantes en el entorno digital actual. Es crucial que profesionales de la educación y familias trabajen conjuntamente para desarrollar competencias digitales que incluyan no solo el manejo técnico, sino también la capacidad de discernir la información, mantener la privacidad y protegerse de los riesgos en línea.
La educación digital debe ir más allá de la simple alfabetización técnica y tiene que promover un enfoque integral que considere aspectos sociales, emocionales y cognitivos del uso de la tecnología.
Además, es fundamental que este enfoque se base en principios claros y consensuados, que promuevan un uso saludable y seguro de los dispositivos móviles. Esto incluye la regulación del tiempo de uso, la promoción de actividades físicas y sociales, la educación sobre los riesgos y beneficios del entorno digital, así como una mirada ética y crítica ante el fenómeno tecnológico. Solo así prepararemos a nuestros y nuestras jóvenes para enfrentar los desafíos de un mundo cada vez más digitalizado de manera efectiva y segura. Por consiguiente, creemos que existen algunos aspectos fundamentales a tratar que se basan en cinco pilares como propuestas de acción: